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Pesadilla - Perdido en el último aliento de la tierra

"Llego tarde, llego tarde" - pensé. Si, había perdido el barco. El lunes debería estar de vuelta en Tenerife y ya no llegaría a tiempo. El viaje a Galicia había sido una pesadilla. Me imaginaba la cara de mi jefe en la oficina, preguntando donde estaba. No llegar tarde era todo lo que me preocupaba.

¿Porqué estas tan angustiado? - preguntó Lidia - Ahora por fin estamos juntos. Nos ha costado a ambos, pero por fin nos tenemos el uno al otro.

Eres la persona a la que siempre he deseado conocer- contesté- Tienes razón, disfrutemos del viaje en este viejo y lento carguero, haciendo escalas en todos los puertos... lo siento... tienes razón. La miré, y por un momento, todo el mundo se desvaneció alrededor de sus profundos ojos negros.

El viento suave del ocaso acariciaba nuestro pelo en la borda del mercante, bajo un cielo lleno de pequeños copos de nubes ora rojizas ora doradas en pos del horizonte.

De improviso, las nubes rezongonas comenzaron a acelerar su movimiento, parsimoniosamente al principio, pero poco a poco cada vez mas rápido, hasta que cobraron una velocidad inusitada y un aire cálido comenzó a alcanzarnos desde el fondo del océano.

¿Qué es lo que ocurre?, es extraño- dijo Lidia.

Sabía qué era lo que ocurría. Lo presentía. El hermoso espectáculo de nubes volando a mil kilómetros por hora solo podía significar una cosa: La mitad de la tierra iba finalmente a ser destruida. No había nada que hacer. En breves momentos nos alcanzaría el final, por lo que convencí a Lidia para que subiésemos a la parte alta del buque, donde habría mejores vistas.

Un mar de fuego sobre el océano, se extendió desde todos los puntos del horizonte, y mientras ardía la mitad del mundo, nos fuimos abrazados.