(Recorrdando el accidente de Rande de 1976)
Epitafia de cortas otoñadas,
ardiente ya el vaho descansa
entre sombras de cristal
buscando quizás mudanza,
y la dulzura invernal,
que le muestre la mañana.
Nacida al fin vestal inmaculada,
perdición de los sueños y miradas
sobre su dulce y suave, piel perlada.
Breve musa que atesora,
amanecida la vida,
descubierta cada hora,
abriendo la suave herida,
que perfumando decora
en esta larga avenida.
Revenida a deshora,
motivo de la huida,
fugaz ala sonora,
vapor de nubes hila.
Por túneles del tiempo,
vencida por vencida,
va ya la candorosa
y origen de desdicha.