La luz de la luna no hará ya
manos de las sombras
de las ramas de los árboles,
para acariciar tu cuerpo.
Y tu camino no será ya
tu camino, patria o destino
que habitar en el destello
sereno del aura interior.
Pues la luz del sol ha de surgir
entre alegría y dolor adormecido
fruto extenuado de la locura y perfume
de la profunda herida de la vida.